MARCO TECTÓNICO
La cordillera pirenaica se levantó como consecuencia de la orogenia Alpina, proceso tectónico a gran escala que estuvo activo al final del Mesozoico y gran parte del Cenozoico. A escala local, esta orogenia tuvo su origen en tres acontecimientos tectónicos principales que generaron un campo de esfuerzos compresivo que condicionó la evolución de la península ibérica. En la zona norte se produjo la subducción de la corteza oceánica del golfo de Bizkaia bajo la placa ibérica y la colisión de las placas ibérica y euroasiática, provocando el levantamiento de la cornisa Cantábrica y los Pirineos respectivamente. En el sureste peninsular se produce la colisión de la placa de Alborán con la placa ibérica y esto supuso la aparición del Sistema Bético.
En la zona que actualmente ocupan los Pirineos, la etapa pre-orogénica se caracterizó por un régimen de esfuerzos extensional que dio lugar a las cuencas sedimentarias mesozoicas rellenadas con importantes espesores de depósitos marinos jurásicos y cretácicos.
En la etapa orogénica se produjo el levantamiento y plegamiento de los Pirineos, involucrando tanto al basamento paleozoico como a las cuencas sedimentarias mesozoicas. Además, se generó el área madre de nuevos sedimentos cenozoicos que rellenaron las cuencas de antepaís a norte y sur de la cordillera (las cuencas de Aquitania y del Ebro).
Durante esta fase orogénica, la convergencia oblicua, colisión y subducción de la microplaca de Iberia bajo la placa euroasiática supuso un régimen transpresivo y compresivo que se prolongó hasta la época del Mioceno (Cenozoico tardío). El relieve se fue progresivamente levantando desde el este hacia el oeste al ir avanzando la subducción y con ello el estrechamiento del surco oceánico inicialmente presente en la región occidental y que separaba Iberia y Europa.
Así, los Pirineos representan un límite de placa fósil entre las placas ibérica y euroasiática y su expresión superficial está constituida por la falla Norpirenaica, una gran estructura tectónica que atraviesa la cordillera de los Pirineos de este a oeste.
Con el relajo y finalización de la orogenia Alpina comienza la actual fase post-orogénica sin un campo de esfuerzos dominante. No obstante, los datos de Geodesia muestran una muy lenta extensión perpendicular a la cordillera, donde las principales fallas activas son de tipo normal y proceden de la reactivación e inversión de fallas de tipo inverso de la etapa orogénica.
En términos regionales, la cordillera pirenaica se puede dividir en cuatro sectores en los que destacan una serie de fallas activas. En el sector oriental, el sistema de fallas Sud de la Tet-Cerdanya que se extiende a lo largo de 120 km en dirección NE-SO, y las fallas de Tech con orientación ENE-OSO y las de Amer y Golfo de Rosas con orientación NO-SE. En el sector centro-axial, numerosas fallas con orientación E-O a ONO-ESE, fuerte buzamiento hacia el norte y sismicidad asociada, destacando las fallas de Coronas y Rius-Cabanes y la falla de Maladeta Norte. En el sector noroccidental, la falla de Herrere con orientación ONO-ESE y movimiento de tipo desgarre-dextral y diversas estructuras de tipo normal con similar orientación cuya actividad cuaternaria está en debate. Y en el sector suroccidental, varias fallas actualmente también en debate, entre las que destaca la falla de Pamplona de tipo desgarre sinestral con componente normal y orientación NNE-SSO.
La tasa actual de deformación de los Pirineos es muy baja, menor de 1 mm/año, pero a pesar de ello, los Pirineos presentan una actividad sísmica constante y constituyen la segunda región sísmicamente más activa de la península ibérica.
DESCRIPCIÓN REGIONAL Y CONTEXTO GEOLÓGICO
La cordillera pirenaica es una de las mayores cadenas montañosas de la península ibérica. Se localiza en el noreste peninsular y se extiende desde el Cap de Creus en el mar Mediterráneo hasta el golfo de Bizkaia en el mar Cantábrico. Su longitud E-O supera los 400 km y tiene una anchura máxima de 150 km en su parte central. Cuenta con numerosas cumbres que superan los 3000 metros de altitud, como el pico Aneto, el Posets o el Monte Perdido, y, aunque en continuo retroceso, con unos pocos glaciares menores. Se trata de la frontera natural de la península ibérica con el resto de la Europa continental.
Hacia el oeste, los Pirineos tienen continuidad con los Montes Vascos y la Cordillera Cantábrica, conformando así el eje pirenaico-cantábrico desde el Mediterráneo hasta Galicia a lo largo de unos 1000 km de longitud. Desde el punto de vista geológico, este eje pirenaico-cantábrico conforma una única estructura con un mismo origen ligado a la orogenia Alpina. No obstante, la falla de Pamplona se considera la separación entre el dominio pirenaico y cantábrico.
Los Pirineos muestran una estructura casi simétrica en la que las rocas más antiguas, fundamentalmente granitos y rocas metamórficas de edad paleozoica, afloran fuertemente plegadas en la zona central o axial de la cordillera. Sobre este basamento paleozoico se dispone de forma discordante toda la cobertura sedimentaria de edad mesozoica y cenozoica. Las rocas sedimentarias mesozoicas afloran rodeando la zona axial e incluyen una amplia variedad de litologías, destacando las de origen marino y las evaporitas por su papel como nivel de despegue de muchos cabalgamientos. Las rocas sedimentarias cenozoicas son fundamentalmente de origen continental y corresponden al relleno de las cuencas de antepaís al norte y sur, la cuenca de Aquitania y la del Ebro respectivamente, que se produjo durante el levantamiento de la cordillera.
SISMICIDAD HISTÓRICA E INSTRUMENTAL
La cordillera pirenaica presenta una sismicidad moderada, fundamentalmente superficial (de profundidad <30 km), aunque en esta región el engrosamiento cortical puede alcanzar los 50 km en algunas zonas. Los mecanismos focales predominantes son de tipo normal con el eje de tensión perpendicular a la cordillera, siendo coherentes con el actual régimen tectónico y concordantes con datos de desplazamientos observados por GNSS.
El sector oriental de la cordillera tiene una actividad sísmica moderada y relativamente dispersa, pero también ha sufrido algunos terremotos históricos destructivos. En época histórica, destaca la crisis sísmica de 1427-1428 con la ocurrencia de varios terremotos de magnitud estimada entorno o superior a 6 en la provincia de Girona: en 1427 en Olot de intensidad máxima de VIII-IX y en 1428 en Queralbs. Este último terremoto tuvo una intensidad de IX-X y produjo la destrucción de la ciudad y unas 800 víctimas. En época instrumental, cabe resaltar los terremotos de 1962 de M5,2 en la provincia de Girona y el de 1996 de M5,1 en el sector oriental francés.
En el sector central de los Pirineos, en época histórica destaca el terremoto de 1373 en Ribagorça (Lleida) de intensidad VIII-IX y magnitud estimada M6,2 y en época instrumental el terremoto de 1923 en Vielha (Lleida) de intensidad VIII y magnitud en torno a M5,8. Diversos estudios sugieren la falla de Maladeta Norte como posible fuente de ambos terremotos.
El sector noroccidental, es la región sísmicamente más activa de la cordillera, destacando dos terremotos históricos con magnitud estimada en torno a 6, el de 1660 en Bagneres-de-Bigorre y el de Lourdes de 1750 con intensidades máximas de VIII-IX y VIII, respectivamente. También han tenido lugar algunos terremotos de menor entidad, siendo los mayores de magnitud estimada M5,7 e intensidades VII y VII-VIII en 1750, 1840, 1854 y 1855. Más al oeste, también destaca un terremoto en 1814 en Arduy de intensidad VII-VIII. En época instrumental, destacan los terremotos de 1924 en Laruns y de 1967 en Arette de magnitud M5,4 e intensidad VIII y de 1980 en Arduy de magnitud M5 sentido con intensidad máxima de VII. Al sur de los Pirineos, también cabe resaltar un terremoto en 1923 en la Canal de Berdún (Huesca-Zaragoza) de intensidad VII y M5,7.
Finalmente, la zona suroccidental, ya en el límite con los Montes Vascos, la sismicidad más relevante, de menor magnitud e intensidad que en el resto de Pirineos, se concentra en torno a la ciudad de Pamplona, donde se han registrado varios terremotos de magnitudes entre 4,5-5,0 e intensidades V y VI en 1903, 1982, 2004 y 2020.